En el Cementerio General de San Pedro Sacatepéquez, en el departamento de San Marcos, se encuentra Don Luis de Jesús Orozco, un pintor que ha dedicado 51 años de su vida a la labor de embellecer panteones.
Con 67 años de edad, Don Luis recuerda con nostalgia cómo su oficio, en otros tiempos, estaba lleno de trabajo y de visitantes que año con año se encargaban de honrar la memoria de sus seres queridos.
“Los tiempos han cambiado”, comenta Don Luis mientras observa las tumbas que ya no reciben el mismo cuidado de antes. En su juventud, comenzaba a recibir encargos hasta 18 días antes del Día de Todos los Santos. “Trabajábamos de sol a sol, sin descanso, ni tiempo para comer había. Ahora el trabajo ha bajado, la gente ya no viene como antes”, reflexiona.
La tradición que se desvanece
Don Luis ha notado cómo las familias han ido perdiendo la costumbre de visitar y adornar las tumbas de sus seres queridos. En su experiencia, atribuye esta disminución de visitantes a varios factores, como la falta de recursos económicos o la pérdida de interés en estas tradiciones que antes mantenían viva la conexión entre los vivos y los muertos.
“A veces creo que ya no quieren ver a sus familiares aquí”, dice con tristeza, “todo ha cambiado”. Sin embargo, a pesar de los retos, Don Luis sigue ofreciendo sus servicios, adaptándose a las necesidades de cada cliente y proporcionando pintura, barniz y otros materiales para cumplir con los gustos de cada familia. Su trabajo, que puede oscilar entre los 400 y 600 quetzales, depende del tamaño y las características de cada panteón.
Un hombre de raíces profundas
Originario de la aldea Rancho del Padre, cerca de San Cristóbal Cucho, Don Luis sigue firme en su labor, agradecido con la vida por cada día que le permite continuar con su oficio. A pesar de los cambios en la sociedad y en la tradición, él sigue en pie, luchando por llevar un pedazo de color y memoria a las tumbas del cementerio.
Si alguien desea sus servicios, puede encontrarlo en el Cementerio General de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, donde este pintor, con sus manos y dedicación, continúa una tradición que ha sido testigo de las historias y recuerdos que las familias han dejado en el lugar a lo largo de los años.