A dos semanas de Navidad, la plaza del Pesebre de Belén está prácticamente vacía.
Sin luces, sin árbol y sin el tradicional mercadillo, sólo un pesebre sobre las ruinas de Gaza.
Este sitio turístico de Cisjordania acostumbra a estar lleno de turistas que van a ver el pesebre y la iglesia de la Natividad, pero la guerra de Israel con Hamás ha afectado el turismo de la región, donde los comerciantes dependen de los turistas y los peregrinos.
Más de 18 mil muertos en el conflicto Gaza-Israel viste de luto la celebración.
“No podemos celebrar cuando nuestros hermanos y hermanas en Tierra Santa padecen hambre y muerte”, afirmó a EFE el párroco católico Rami Asakrieh, desde la Iglesia de Santa Catalina, colindante a la ortodoxa Basílica de la Natividad, principal centro de peregrinaje de cristianos de todo el mundo a Belén.
Ni luces, ni música ni villancicos, ni ambiente festivo. Son unas Navidades tristes en Belén, ciudad palestina que vive en gran medida del turismo y de los peregrinos, que la guerra la reducido a cero, cuando todavía no se habían recuperado del todo del impacto de la pandemia.