El cielo se oscureció y llovía ceniza este sábado en el sureste de Australia, devorado por virulentos incendios que han expulsado a decenas de miles de personas de sus hogares y amenazan con cortes del suministro eléctrico en ciudades como Sídney.
Este sábado se registraron nuevas temperaturas récord superiores a los 40°C y fuertes vientos que avivan los cientos de incendios forestales que devoran el país desde hace cuatro meses.
La mayoría de estos focos están fuera de control.
La primera ministra de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, advirtió que las peores hipótesis previstas para este sábado “se estaban cumpliendo”.
“Estos fuertes vientos y estas temperaturas elevadas” tendrían que seguir por la noche, señaló el jefe de los bomberos de este estado, Shane Fitzsimmons.
Sídney alcanzó el sábado temperaturas récord, con 48,9 ºC registrados en Penrith, un suburbio del oeste de la ciudad.
Las autoridades advirtieron que se podrían producir cortes en el suministro energético en la mayor urbe de Australia, ya que el fuego ha destruido líneas de transmisión eléctrica. Por ello, pidieron a los habitantes que redujeran su consumo energético.
En Canberra, el termómetro subió hasta los 44 ºC, una cifra también sin precedentes, según un portavoz de los servicios meteorológicos australianos.
“Va a ser una larga noche y todavía nos queda lo peor”, advirtió Berejiklian.
En el sudeste del país, la región más poblada, se declaró el estado de emergencia. El viernes se había dado la orden de evacuar a más de 100.000 personas de tres estados.
“Literalmente hemos visto salir a decenas de miles de personas”, contó el jefe de bomberos Shane Fitzsimmons.
Los turistas y habitantes del sudeste del país se han ido. En las autopistas que conectan las ciudades costeras con Sídney y otras localidades importantes hay embotellamientos.
El primer ministro, Scott Morrison, llamó este sábado a 3.000 reservistas militares para su despliegue, una movilización sin precedentes.
“Permite tener a más hombres en el terreno, más aviones en el cielo, más barcos en el mar”, declaró Morrison, muy criticado por la forma en la que está gestionando esta crisis.
El primer ministro se vio sin embargo de nuevo envuelto en una polémica después de que su Partido Liberal difundiera un video con el anuncio de estas medidas. Varias asociaciones acusaron entonces al dirigente de utilizar esta tragedia con fines políticos.
“Un campo de refugiados”
En Batemans Bay, una ciudad turística que normalmente bulle de actividad, los supermercados, las tiendas y los pubs estaban cerrados. Una calma extraña y preocupante reinó el sábado en esta localidad, envuelta en el humo de los incendios de los alrededores.
La única señal de vida era el centro de acogida para las personas evacuadas, donde cientos de habitantes obligados a abandonar sus casas han encontrado refugio en tiendas de campaña y en caravanas, instaladas en un terreno de la ciudad.
Parece “un campo de refugiados”, bromeó una habitante que se encuentra ahí con su marido.
Mick Cummins, de 57 años, y su esposa huyeron al centro de evacuación cuando el fuego devastó su pueblo en Nochevieja.
Este hombre ya vivió los incendios de 1994. Los recuerda devastadores pero, comparados con los de este año, fueron “solo una barbacoa”, dice.